Los más largos aún más cortos nueve meses han pasado desde que salí de Nicaragua y volví a entrar los EE.UU..Y no me olvidé de este blog. Más bien, yo no podría pensar en nada que compartir. ¿Ustedes no quieren leer sobre mi confusión sobre mi integración en los EE.UU.? Mi falta de comprensión sobre la cultura pop y mi incapacidad para expresarme en cualquier idioma? Cómo extrañamente repetí comerciales de televisión como si estuviera estudiando para un examen? El rechazo de mi cuerpo de los alimentos en los EE.UU? (Navidad fue BRUTO) ¿Cómo me esfuerzo por mantener a Nicaragua cerca de mi y no separo mi vida “allí” contra “aquí”?
Probablamente no.
Durante mis primeros 2,5 meses en la costa este, la gente me abrazaron con los brazos abiertos mientras que me reuní con mi familia, mis amigos, la nieve y el temperatura abajo de 0 grados. Viajé de Boston, a Nueva York, a Nueva Jersey, Harrisburg, de Baltimore y redescubrí partes de Filadelfia. Pasé tiempo con bellxs amigxs en Nashville, Nueva Orleans, Los Ángeles, Yuba City, Bellingham, Portland. Vi los EE.UU. ganar la Copa del Mundo en Canadá. Celebré matrimonios de amigxs.
Pasé 5 meses trabajando en Stanford Sierra Conference Center y jugué en Desolation Wilderness. Salté en los lagos alpinos, subí muchas montañas, despegé corriendo por muchos senderos, ví muchos osos, fui en kayak en un lago rodeado de montañas cubiertas de nieve. Con la ayuda de los compañeros de trabajo y amigos, me aprendi a trabajar como cocinera, toqué música, aprendí nuevas habilidades, bailé y vi las estrellas fugaces desde el borde de un acantilado. Aprendí a cortar mi propio pelo y usé herramientas eléctricas (aunque yo echo de menos machetes).
Vi la corte suprema pasó la igualdad de matrimonio. Mientras la desigualdad y el racismo profundo, que afecta a cada calle de cada ciudad, salió a las calles como los incendios forestales que se queman toda la costa oeste. Aprendí referencias a la cultura pop y aprendí nuevas palabras y aplicaiónes como Uber, snapchat, selfie-stick, Chipotle, Netflix, #hashtag. Tengo un teléfono inteligente (y todavia me siento incomodo usandolo). Vi cascadas secan y estanques congelados se convierten en fuentes de la vida.
Y en ocasiones, en el caos de los últimos 9 meses, me encontré paralizado por una ola de tristeza mientras que lamentaba el fallecimiento de mi vida en Nicaragua y como voluntario jesuita. Extraño las conversaciones difíciles que me llenan de validación y otras veces me llenan de tristeza y confusión. Me hace falta a estar sentada en las sillas de plástico en los calles, biodanza, los cubos con que bané, y partiendo el pan con revolucionarios radical y luchadorxs de todo tipo. Avecez, me hace falta recogiendo a través frijoles, arroz y maní…avecez.
Mi trabajo con Stanford Sierra Camp me permite vivir entre un impresionante lago y muchas millas de bosque y soledad pura. Pero también me hice un poco desconectada. En mi último blog, escribí sobre mi objetivo de estar despierta y consciente en la cultura estadounidense, que tiende a anestesiar a la gente con promesas de la facilidad, comodidad y falsas imágenes de quién y cómo estamos “supone” ser.
Y yo parcialmente fracasé.
Está bien que yo fallé. De hecho, necesitaba desconectar un poco mientras estaba re-descubierto mi voz en Inglés y se hizo cargo de mí mismo un poco más.
Hace un par de semanas, un amiga valiente compartió un poema de gran alcance, una chispa. Sus palabras me recordaron que es el momento de despertar y seguir adelante. Tengo que volver a unirme a la lucha y regresar a las calles bailando, gritando, riendo y amando radicalmente una vez más.
Extraño mis comunidades en Nicaragua. Y, una vez más, estoy empezando un nuevo capítulo. Y a seguir adelante es difícil. Es un proceso de vivir y morir. Convertirse y terminarse. Y la falta de familiaridad y caminos desconocidos por delante me hace reflexionar sobre dónde he estado, las montañas y vulcanes que he subido, y las manos que me han guiado en cada paso del camino. Así que mientras me preparo para mover y establecer raíces en Portland, quiero reflexionar primero y compartir mi “Carta Abierta a Nicaragua.”
Quierda Nicaraguita,
¿Fue el destino por el que nos conocimos? Yo no sabía de la altura de tus volcanes ni la profundidad de tus lagunas. El calor irradiado por tus calles concretas derritió mi espíritu en un charco de sudor. El polvo azotado desde todas las direcciones, se pegó a mi piel y se bloqueó mi visión. Me quedé ciego a las raíces que lentamente se deslizaron en mi corazón, me anclaje en el momento presente. Cada vez que gritamos “VIVA LA REVOLUCION” la flama en mi alma se hizo más fuerte y más fuerte.
Ahora, siento que podría explotar. Pero ese fuego disminuye a medida que los inviernos fríos meten en mis huesos. Como un amante pasado, digo su nombre en voz alta. Te busco en los rostros, en las canciones, en las etiquetas de frijol rojo. Necesito saber que existes.
Necesito saber que no sólo existía dentro de tus fronteras, pero que yo gritaba de tus tejados, bebí de tus aguas, y bailé en tus lluvias. Caí enfermo de tu mordida. Crecí grande por la cosecha y encogí por la sequía. Cuando tremblaste, me estremecí. No he dejado de temblar. Me mostraste la muerte y me enseñaste cómo vivir.
¿Sabías que todavía duermo con una linterna debajo de la almohada?
Estoy convencida de que vas a enviar una tarántula, alacran, gallo o chiquita Mayita mientras que duermo. Yo sé que no se harås, pero me sacudiste con tanta fuerza que no puedo soltar mi agarre. Nunca voy a aflojar mi apretón en esa injusticia que llueve abajo como los mangos en mayo. Me enseñaste a no poner mi fe en muros o alambradas, sino más bien en la humanidad que esas paredes fueron diseñados para impedir la entrada Le diste tus pinos del norte que hizo mesas y sillas mecedoras tan santos, que me comí y bebí con el espiritu santo, el amor.
Cada vez que escucho la musica, digo mis historias y accidentalmente (o intencionalmente) uso una “IDEAY, santo cristo, a la gran puchica, chocho, tuani, maje, o quien sabe” en mi conversaciones- siento esas brasas calentamiento. Recuerdo que “paso a paso, la lucha sigue.” Y como la leña en las estufas, la lucha esta quemando mis pulmones. Y un dia, mis pulmones van a explotar como las venas del fuego que brotan de tus volcanes. Levantando hacia arriba, que fluye hacia adelante.